YOPO
El YOPO (Anadenanthera peregrina) es un árbol grande de la familia de las leguminosas, originario del Caribe y Sudamérica. Puede crecer hasta veinte metros de altura y produce grandes cantidades de vainas de semillas. Cada vaina contiene entre 3 y 10 semillas, similares a habas planas. Cuando se preparan y se secan, estas semillas son un potente psicodélico.
La historia y el uso chamánico del yopo (también conocido como cohoba, nopo, parica o tamarindo de teta) se pierden en el tiempo. Los europeos describieron por primera vez su uso en 1571, y la arqueología contemporánea ha datado en 4000 años de antigüedad objetos relacionados con el consumo de yopo, procedentes de Argentina.
Los principales ingredientes activos del yopo se basan en la familia del DMT 2,9-dimetiltriptolina y óxido DMT, por nombrar algunos), pero estos no son los únicos alcaloides presentes en las semillas. Los frutos y la corteza del árbol del yopo también contienen una serie de ingredientes activos, como bufotenina, catecol, metiltriptamina y saponarentina.
El yopo es especialmente interesante, ya que contiene inhibidores de la monoamino oxidasa IMAO y bufotenina. Pero no está claro si la bufotenina está activa o si está químicamente “bloqueada” y no disponible.
El yopo produce un viaje corto e intenso, similar en muchas formas al DMT. Las temáticas más comunes son intensos efectos visuales con dibujos geométricos, visiones de muerte/renacimiento, y la disolución del ego.
Su consumo se traslada hasta tiempos prehistóricos. Los chibchas conocían el yopo y lo usaban en el altiplano andino junto con otras preparaciones con el objetivo de entablar relación directa con los dioses, y desde allí el consumo de la planta se ha mantenido hasta la actualidad.
Los muiscas de Bogotá y Tunja comercializaban el yopo, intercambiándolo por telas y oro. La planta era importante para que los sacerdotes principales hablaran con Bochica y Bachue, los dioses primigenios.
Al aspirarlo por la nariz produce expansión de consciencia y un efecto terapéutico-espiritual sorprendente.
El Yopo es como la fusión de la Ayahuasca y el Bufo Alvarius. Es decir que produce una limpia orgánica y una conexión espiritual, por un lado es una dura confrontación con el ego, y por otro lado ofrece la consciencia de unidad.
La expansión de la consciencia está asegurada pero en el proceso se mueven cosas diferentes y se llega a un espacio muy particular desde donde poder apreciar la realidad. Cada medicina ancestral tiene la particularidad de llevarnos a un lugar diferente desde donde poder vernos a nosotros mismos.
Por ejemplo, a diferencia de la ayahuasca o el bufo Alvarius, el Yopo nos lleva a un punto más allá del amor, y nos permite asomarnos a la incondicionalidad por un lado y a las limitaciones por otro lado, como si estuviéramos en una habitación con dos ventanas.
Este espacio está justo antes de la experiencia de unidad y después de la lucha del ego, es una frontera desde donde se puede apreciar la dualidad. Como todas las experiencias enteógenas, el yopo nos abre a la comprensión del otro, y nos permite establecer diálogos profundos con personas que están en el mismo proceso (ideal para parejas o amigos) y en el mismo momento de la experiencia.
El cuerpo empieza a calentarse y se empieza a sentir un hormigueo gustoso por todo el cuerpo. Se siente una consciencia corporal y un malestar que invita a depurar el organismo con vómitos, que tienen el objetivo de desintoxicar el cuerpo y desbloquear todos los canales energéticos.
Es entonces cuando comienzan las visiones que tienen el propósito de desajustar los mecanismos que sostienen la estructura del pensamiento para poder producir confusión, aspecto indispensable para abrir nuevos espacios perceptivos. Uno de los fantásticos efectos del Yopo es que tritura momentáneamente las mascaras y personajes que interpretamos en la vida diaria para poder ver el verdadero rostro de lo que somos.
La experiencia con el Yopo también nos sumerge en un total sentimiento de gratitud y comprensión.
Nos apoya en el proceso de descubrimiento de uno mismo, a los otros y a la vida desde los ojos del amor.
Solo desde el Amor puro, no erótico, podemos conocernos realmente, el amor incondicional es lo que somos, de dónde venimos y a donde vamos.
Pero en esta vida material y llena de condicionamientos nos olvidamos de ello, en este sentido estas plantas vienen a ayudarnos a recuperar la memoria, por eso en principio se necesita una descarga de energía en la mente, como si un trueno irrumpiera en la normalidad.
Según afirman expertos en Yopo, es muy raro que ese momento de ruptura se recuerde después de la experiencia, por lo general esto sucede pero no se recuerda, y es el momento en donde se produce el quiebre, la rendición o la ruptura de los esquemas de esclavitud.
La experiencia se vive con los ojos cerrados al principio y en una posición adecuada que es indicada por los facilitadores que favorece la experiencia. Según cuentan los que han experimentado este proceso, la parte difícil de la experiencia, dura aproximadamente unos 15 minutos, pero luego la experiencia comienza a elevar la consciencia hasta alcanzar un estado de plenitud que puede durar hasta 3 horas.
No existe ningún caso de muerte o de brotes psicóticos por consumo de Yopo.
Lo que si existen son multitud de testimonios de personas que después de la experiencia han sentido el primer gran click para iniciar un proceso de liberación total de las creencias auto-limitantes que nos aprisionan y que ha conducido a muchos a salir de la depresión o la adicción.
En general, esta planta sagrada medicinal, es un complemento ideal para procesos de sanación, comprensión y transformación una gran herramientas que disponemos para resolver nuestros problemas psicoemocionales y de salud, y para vivir plenamente y en paz.
Centro de Bienestar Integral Adryker
Monterrey Mexico
Nancy Yadira Martínez
Especialidad en Bioneuroemoción
Master en Psicosomática clínica.
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